8 Discos: 8 Historias

Grabar un disco es siempre un logro. Pero la verdad es que lo que más me gusta es dar conciertos.

Barnizar con mi voz un recinto lleno de personas y juntos ir tejiendo una oleada sonora al instante. Podrán existir grabaciones de tales experiencias. Pero el momento es irrepetible.

Dicho esto. Lo bonito de los discos es que cada uno marca una etapa de tu vida. Las canciones podrán sonar el día de hoy, muy distinto que como cuando quedaron plasmadas en el disco. O la banda con la que interpretaste tales o cuales canciones, podrá no existir más. Pero los álbumes quedan para la posteridad; para ser disfrutados diariamente, o para volver a visitarlos en un año o en 20.

De modo que ahora que, tras mas de 20 años en la música, por fin se viene mi primer disco solista, hago por aquí un breve recuento de los discos en los cuales he participado. Para no olvidar todo el trabajo que me ha traído hasta aquí. Para compartir algunos recuerdos. Para dejar constancia de un poco de lo que hubo detrás de cada producción, antes de que las nuevas experiencias musicales diluyan el recuerdo de las viejas.

Hago acopio de estas memorias a manera de breves viñetas, porque la verdad es que no me enbarqué en la música pensando en pasar a la posteridad, llevando registro de cada época ni de cada proceso. Me sorprendo preguntándome: ¿De verdad he sido parte de 8 álbumes diferentes? (Mas colaboraciones varias que, espero, estén acreditadas en alguna parte). Pues estas son las 8 historias. Las 8 paradas en el paisaje a veces fértil, a veces desolado del andar musical de una servidora.

RADAID

Daría lo que fuera por un ejemplar de aquél demo que grabamos antes de entrar al estudio para producir nuestro primer álbum, (homónimo de la banda). Al estar mas relajada, mis interpretaciones fluyeron con un aplomo que no recuerdo haber sentido el día de la mera mera grabación. Percibí el contraste muy en especial cuando escuché ambas versiones de Death Tastes So Sweet. Canción hipnotizante y oscura, que incorpora coros en la guitarra, al estilo Cocteau Twins. Extraño cantarla.

Luz Escondida

Fue al rededor de esta época que Radaid había empezado a experimentar con instrumentos musicales de otras latitudes. El sitar yo ya lo conocía, pues también se interpretaba en el ensamble de música antigua del que fui vocalista durante 6 años, (Siglos Pasados). Pero me cautivó el Ku chang, una especie de salterio originario de China, que se afina en la escala pentatónica mayor, y que luce muchísimo en el último track, Tanyou; una pieza muy relajante que no por repetitiva, me resultó jamás aburrida. Antes al contrario. También en ella toco la flauta, al unísono con el violín de Emanuel Macías.

Lintent

Radaid navegaba por entonces lo que yo consideraría su etapa más exitosa. La que nos trajo viajes por muchas partes de México, algunas de Europa y de Estados Unidos. La adición de una nueva vocalista, (Sofi Orozco), nos instaló en el terreno de la música alternativa. L´intent suena un tanto más rockero que nuestros álbumes anteriores.

Ignoro por qué motivo la banda nunca fue muy partidaria de interpretar en vivo, dos de mis piezas favoritas: Ámala Kamala y Una Entrada Confusa, (pero en su tonalidad original). Los líderes de la banda decidieron de buenas a primeras, transportar Una Entrada Confusa de Re a La, obligándome a emitir unos agudos, unos contornos melódicos muy castigadores a la hora de mi solo. Mi otra favorita siempre fue, Nada que sea Real. Donde se sobreponen transparencias rítmicas y melódicas mezcladas con rap.

L’intent Viu (DVD de Radaid en vivo en el Lunario del Auditorio Nacional)

Este no es precisamente un disco, sino un concierto Vídeo grabado en el Lunario del Auditorio Nacional. Recuerdo que para la ocasión llevaba puesto un saco largo muy lindo que compré durante la estancia de Radaid en Barcelona, de la marca Desigual.

Lo que no sabíamos el día del Lunario, era que iba a ser necesaria una sesión de estudio para volver a grabar tooodo el audio, pues con los micrófonos de en vivo no se había logrado una grabación con la suficiente calidad. Esto tiene sus ventajas, pues te permite mejorar lo que el día del concierto, pudo haberte no salido tan bien. Por otro lado, debes intentar empatar todas tus inflecciones, respiraciones, gestos Etc. Y el encargado de igualar este nuevo audio con el video del concierto, tiene que hacer lo propio. Como yo me guío exclusivamente por el oído, aquello me resultó especialmente difícil. Y el editor me dijo que la minuciosidad que le tubo que meter a las imágenes donde yo salgo, estuvo brutal. Pero quedé contenta porque Lintent VeW, suena muy bien.

The Willing, Pt. 1

Para cuando surgió The Willing, Pt 1, ya se vislumbraba mi salida de RADAID, una agrupación que me regaló tantos aprendizajes, y al la cual yo espero haberle legado momentos de emotividad y aventura.

Mi pieza favorita fue un dueto, surgido a partir de una improvisación con el contratenor tapatío Santiago Cumplido. Bauticé dicha pieza con el nombre DURBIYAK. Dudo que muchas personas tuvieran la oportunidad de disfrutarla en vivo, pues solo se interpretó 2 veces: cuando The Willing 1 tubo su presentación inaugural en Guadalajara y posteriormente en Ciudad de México.

Soprano y Piano

Para mí a sido fascinante colaborar con compositores. Personas con estudios académicos en composición, que abordan concienzudamente un género, como la música de cámara, o, en el caso de Ricardo Rodriguez (Zanate), la música sacra contemporánea, a veces fusionada con el rock.

Soprano y Piano fue una grabación que realizamos juntos, de algunas piezas del Zanate, en formato de piano y voz. Un Resital así es un reto tremendo, pues no hay mas acompañante que el piano para la voz, y no hay mas herramienta de expresión para la música del compositor, (en este caso también pianista), que una sola voz. Recuerdo haberme sentido tan nerviosa antes del concierto, que durante varias horas previo a salir a escena, estuve comiendo chocolates sin parar. Luego me arrepentí. Pero el pánico escénico es algo con lo que he aprendido a lidiar con el paso de los años.

C’est la vie. Les femmes de Serge

Por ahí del dos mil once, comencé un romance con la canción francesa. Tan inclinada hacia lo melódico, de corazón cálido como nuestra canción mexicana. Tan linda. También empesé a codearme con el jazz, pues mis nuevas correrías musicales me pedían familiarizarme con los lenguajes musicales del siglo 20.

Fue así que, ambrienta de formar parte de un ensamble muy íntimo y femenino, formamos Les Femmes de Serge. Nuestro primer álbum, es un tributo, una exploración colorida del idioma galo. Se llama, c’est la vie, qué quiere decir, así es la vida.

Lo grabamos de manera muy distinta a como yo estaba acostumbrada. No ya capa sobre metronomizada capa (como se usa en el rock, el pop y otros géneros mainstream), sino todos al mismo tiempo, a la manera mas orgánica de los ensambles acústicos.

Esa fue la última vez que me di a la labor de vertir mi voz en una botella y lanzarla al tormentoso vaivén del éter musical.


Han pasado años y hoy por fin aterriza One Wing, un canto desde lo individual, con el cual espero reunir a muchos oídos atentos, a muchas almas sensibles, a muchos amantes de lo bello.

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