Más de alguna vez alguien me ha hecho esta pregunta: – “¿Cómo escoges la ropa que te pones?” La respuesta rápida es: – “Con ayuda de alguien”.
Alguien que cuente con ojo crítico, y cuya lengua no sea demasiado mordaz. Suelo evitar la asesoría de las vendedoras, porque me da la impresión que intentarán venderme algo, se me vea bien o no. Alguna persona de confianza que guarde por lo visual armonioso, el mismo interés que yo tengo por el mundo de los sonidos.
Los avatares de la moda, el estilo y la habilidad para combinar atuendos, ocupan muy poco espacio en mi cerebro, mas no tan poco como para que no me importe. De modo que procuro dedicarle a comprar ropa el mínimo tiempo indispensable. Si alguna prenda figura en mi memoria de manera grata, es por relacionarla con algún suceso, alguna persona, alguna música.
He estado deshaciéndome de cosas que ya no necesito. Ropa, zapatos, juguetes de antaño. Hasta mi colección de audiolibros la doné a una biblioteca pública. La necesidad de renovarse impulsa a deshacerse de lastres innecesarios. Sin embargo, existen prendas que lejos de representar una carga, nos vinculan con etapas de nuestro pasado que deseamos mantener presentes. O bien, se trata de objetos que siguen en activo. En el caso de mi vestido blanco, ambas cosas son verdad.
¿Qué vestido blanco? El largo, con puños de encaje que me puse para el video de “Agatini Nayaguagani”. El que estrené en el Teatro Degollado en concierto con Siglos Pasados. Uno estilo medieval, que hasta un día una amiga me lo pidió para lucirlo en su boda. Me lo puse una vez para cantar en La Barra de Moreno, otra, en un festival en Puerto Vallarta. Otra vez más para un recital que di junto con el pianista José Luis González Moya. … Es decir, tengo tantos buenos recuerdos entretejidos en ese vestido, que en mi mente se diluyen en uno solo, cálido y luminoso.
Rojo quemado, verde militar, rosa chicle-bola… ¿Azul agua? Azul alberca, más bien son la clase de descripciones que enriquecen la percepción del color de una persona ciega. Tengamos o no alguna noción visual de lo que son los colores. La palabra “dorado” nos remitirá al lujo. “Rojo navideño” me hace pensar en algo vigoroso y alegre. El color ladrillo me trae a la mente algo sólido y cercano a la tierra. Además de esto, he oído decir que las paletas de colores se dividen por los nombres de las estaciones del año, y que según tu tono de piel, habrá una paleta que enmarque o resalte tus rasgos mejor que otra. Así que hay que grabarse bien esos tonos.
Pero el color de una prenda o accesorio es solo un criterio de tantos. Está el corte. Nunca mezclar dos estampados diferentes. Ponerse una prenda ajustada en combinación con otra más suelta … Y no faltan frases enigmáticas como: “El negro combina con todo”.
¿Pero cómo organizar entonces el closet?
Tengo por ejemplo una amiga débil visual, quien ha optado porque la totalidad de su guardarropa sea completamente de color negro. Un amigo ciego que dice, “me importa tan poco la ropa, que si por mí fuera andaría con taparrabo”. Existe también una YouTuber, (Molly Burke), quien en cada video aparece con el cabello pintado de un color diferente, y se dice aficionada al maquillaje y amante de la moda.
Yo, procuro agrupar mis atuendos por estilo. Casual veraniego en un apartado. Estampados de un lado y lisos del otro. Memorizar qué diseño tenía cada uno de los estampados, me rebasa. Pienso: “Si lo compré es por algo, así que me lo pongo y ya. Sin pensarlo demasiado”.
Confieso que cuando abandoné la edad en que obligatoriamente se porta uniforme escolar, no fue del todo bienvenida en mi mente, la noción de que ahora estaba en libertad de vestirme como mejor me pareciese. ¡Qué monserga tener que dedicar tiempo a coordinar la vestimenta! Pero le he ido agarrando el gusto poco a poco. Aunque todavía de vez en cuando me invaden fantasías donde busco trabajo de azafata, chef, enfermera u alguna otra profesión donde un bonito uniforme me libre del “¿qué me pongo?”.
Quién sabe. Tal vez algún día se cumpla aún mi sueño de formar parte de una compañía artística, donde día tras día, mi uniforme sean elocuentes y coloridos vestuarios.