Una historia, cámaras y acción

Cómo fue hacer un Documental.

Sé que todos hemos soñado con hacer nuestra propia película, con llevar una historia a la pantalla. No soy experta en medios audiovisuales, pero tengo algo de instinto, algunas experiencias útiles y personas profesionales a quienes consultar, quienes por su experiencia, sabían lo difícil que es lograrlo, por eso fueron solidarios cobrando precios muy razonables por su asesoría y trabajo. Sé poco sobre cine, pero me queda muy claro que para realizar una película, se requieren varias etapas y mucha gente.

Estábamos a menos de un mes del debut en vivo de mi primer álbum musical solista, y me pensé que sería buena idea hacer registro audiovisual del proceso. Buscar a alguien que haga de camarógrafo para documentar ensayos y preparativos. Hacer un documental. Si queda medianamente bueno, se puede exhibir en algún lado y ser útil para que otros músicos independientes se den una idea de cómo le hice. ¿Qué tan difícil puede ser? Si de todos modos ya estamos montando el show, más vale hacerlo constar en alguna parte.

Lo primero fue conseguir a alguien con cámara propia y flexibilidad de horario para seguir a los músicos en nuestra aventura. El primero en aceptar fue un sobrino quien por entonces estaba a punto de iniciar sus estudios en la carrera de Cine. Aunque no tenía la disponibles las dos semanas completas, así que mi productor musical le habló a un amigo suyo, quien a menudo lo acompaña a entrevistas, pues además de su cámara, tiene drone para tomas aéreas. Por otra parte, el amigo se encontraba en un hiato laboral. Dicho sea de paso, ninguno de los dos contaba con buenos micrófonos más allá de los integrados en la cámara, de modo que probablemente el audio que se lograría capturar en ensayos no sería ideal.

¿Vas a querer que llevemos iluminación extra?, me preguntó alguno de ellos. Yo, en pos de simplificar, respondí, no. Y como esa, comenzaron a surgir muchas cuestiones a las que no sabía cómo responder. ¿debo contratar a una persona aparte para que funja como director? ¿Y esa labor se haría durante la filmación del documental o ya en postproducción? Pero si la iniciativa de hacer la película es mía, yo sería la directora, ¿no? Lo único que tenía claro era: No quiero que la persona de la cámara nos entreviste; que no interrumpa ensayos con preguntas del tipo, ¿cómo te sientes en este momento?, o, ¿qué esperas del concierto? Que se dediquen a plasmar lo que vaya sucediendo. Sin duda de ese modo la historia se irá contando sola, sin recurrir a un narrador ni a preguntas directas.

Al final se recabaron unas cuarenta horas de material, incluido el concierto para el cual nos preparamos con tanto esfuerzo, músicos y cirqueros. Efectivamente, la captura de audio no resultó muy buena, pero esto no importó porque la meta del documental era centrarse más en el proceso de montar tu propio espectáculo, que en el espectáculo final.

Oye, dijo mi productor musical cuando tuve en la mano el disco duro con todo el material en crudo. Yo no creo tener el tiempo de peinar todo esto para sacarle lo que valga la pena. No, pues yo menos.” Pensé. Además, creo que sería bueno llamar a alguien con experiencia editando, cuya mirada fresca nos ayude a extraer lo más interesante para lograr contar una historia sobre música, sobre músicos, sobre… sobre…

¿Qué duración más o menos quieres que tenga tu documental?, me preguntó el editor que me recomendó mi sobrino. No más de hora y media. Me gustaría que la historia se cuente… no de manera rápida pero sí ágil.”

Comenzó así una especie de danza de los cortes:

El editor entregaba un corte con duración más o menos de una hora, mi productor musical y yo lo veíamos, (con él haciéndome las audio-descripciones correspondientes): Ahí estamos comiendo con los cirqueros en la inauguración del FICHO. Ahora estamos en ensayo con cara de cansados. Ahora se ve un timelapse de todas las horas que pasamos en camerinos.… … “

Entre los dos acordábamos si se había capturado la esencia de lo que habíamos vivido, si se notaba cómo son las interacciones entre nosotros, si se dejaba ver algo divertido o interesante. Al tercer corte que entregó el editor, consideramos que el documental estaba terminado. Ahora faltaba un paso clave: mostrárselo a amigos de confianza, para ver si ellos entendían lo que el documental buscaba comunicar.

Cuando hablo de amigos de confianza, no me refiero a aquellos que sin lugar a dudas te van a aplaudir todo lo que hagas, diciendo siempre, ¡Qué bonito! Y, ¡Muy bien”! Más bien tenía en mente a un par de amigos que saben sobre medios audiovisuales. Ella es guionista y él, da clases de mercadotecnia e Historia del Cine. Ambos muy cinéfilos. “No se entiende el mensaje que estás queriendo comunicar”, me dijeron. “No me queda claro quién eres como cantante ni qué parte juega tu productor en tu viaje musical”.

Yo creo que valdría la pena sentarnos con una buena iluminación y buenos micrófonos, y entrevistarlos. Así sentiríamos más cercanía con ustedes dos, porque obviamente son los personajes principales. Hay que tenerlos hablándonos de frente, no solamente verles desde lejos mientras hacen sus cosas.

Así sucedió. Mis amigos críticos, en su gran generosidad, diseñaron las preguntas y bocetaron un guion para tener claro en qué parte del último corte irlas insertando. Desde luego que el editor, cuya chamba ya había dado por terminada, tuvo que volver a entrar en acción.

“¿Quieres el corte final en formato “RAW” para que ustedes hagan correcciones?” Quiso saber mi sobrino.
“Aahhmmm … … Primero vas a tener que explicarme qué formato es ese”, dije, un poco perpleja.
“Le matas todos los colores a la grabación y los revives después a tu gusto o los cambias por completo según la estética que quieras lograr. Pero te advierto que es caro y tardado.” “No, pues, mándamelo como se grabó. Los que han visto el último corte dicen que se aprecia bien. ” Más bien mi productor y yo vamos a concentrarnos en limpiar el audio e insertar la música de One Wing como quedó en el disco, para que se escuche lo mejor posible. Subtitulado. Eso sí voy a decirle al editor que hay que meterle. Así las personas que no nos conocen no tendrán que hacer grandes esfuerzos por descifrar lo que decimos en pantalla.

¿Cuáles han sido mis experiencias en cine? La musicalización de un corto animado, (“El Relato de Sam Brennan”, 2006). Estar a cargo de la grabación y dirección musical de una canción de la que fui coautora, me enseñó a flexibilizar mi música para adecuarla a la imagen. Canté para la cámara de Jimmy Cohen en su documental poético, “El tercer sendero”. De ahí aprendí sobre llegar a un clímax emotivo cuando la línea narrativa de una película es más bien abstracta. Me parece, pues, que he desarrollado buena intuición en lo que al tono emotivo y ritmo narrativo de un filme se refiere. Pero aun así, no es lo mismo que proponer una cinta desde cero. Decidir exactamente qué historia quieres que se cuente, qué emociones resaltar, cuáles son los puntos importantes que quieres compartir con la audiencia.

Así pues, construir un documental en torno al concierto, me enseñó a plantearme los cuestionamientos indicados. Pláticas Casuales, con mi sobrino, me hicieron caer en cuenta que hay un sinfín de aspectos que cuidar durante la realización de una película y para mí fue un gusto aprender un poco de esto en la práctica. Analizando la hora de documental que se construyó tras el debut de One Wing para la clausura del FiCHo, decidí que habíamos logrado algo valioso para compartir con los demás.

Y entonces, ¿qué nombre ponerle al documental? Como el disco se llama One Wing, quise ponerle “Volar con Un Ala”, haciendo honor, a la idea que todos podemos volar, aún a pesar de nuestras limitantes, de los riesgos que la vida conlleva, de lo desconocido que nos podamos encontrar.

“¿Y la portada?” Preguntó mi productor musical cuando creí que no quedaba nada por aclarar. Por suerte él mismo sugirió una imagen tomada por el fotógrafo que contratamos el día del concierto. En ella salimos todos tocando ante el público y la funambulista que participó con nosotros en la cuerda tensa. Dicha imagen me pareció perfecta porque captura la apuesta de empujar un documental sin habérmelo pensado demasiado, al mismo tiempo que la aventura de hacer música en compañía de artistas tan maravillosos.

“Volar con un Ala” tardó casi un año en completarse. Al tratarse de una iniciativa propia, no corría ninguna prisa. Y siendo mi primera incursión en el cine, resultó una buena oportunidad para aprender de los propios contratiempos y errores.

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